Luz en mi sendero, domingo 10 de diciembre de 2023. Domingo II de Adviento.

Saludos de los PP. Alvaro Sáenz Zúñiga y Miguel Picado Gatjens.

Hoy escuchamos por primera vez la voz de Juan el Bautista. Él viene a preparar el camino del Señor. Él no es el Mesías, solo le prepara el camino. El Mesías vendrá a consolar al pueblo de Dios, a aliviarlo de sus cargas, por ese debemos prepararle el camino. Él vendrá. Esa es la promesa de Dios y esa promesa se cumplirá, aunque parezca que ya se retrasa.

Las lecturas de hoy:

Libro de Isaías 40,1-5.9-11.

¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios!

Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.

Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios!

¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies!

Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor.

Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: “¡Aquí está su Dios!”.

Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede.

Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.

Salmo 85(84),9ab-10.11-12.13-14.

R. Muéstranos, Señor, tu misericordia

  • Voy a proclamar lo que dice el Señor:
  • el Señor promete la paz,
  • Su salvación está muy cerca de sus fieles,
  • y la Gloria habitará en nuestra tierra. R.

  • El Amor y la Verdad se encontrarán,
  • la Justicia y la Paz se abrazarán;
  • la Verdad brotará de la tierra
  • y la Justicia mirará desde el cielo. R.

  • El mismo Señor nos dará sus bienes
  • y nuestra tierra producirá sus frutos.
  • La Justicia irá delante de él,
  • y la Paz, sobre la huella de sus pasos. R.

Epístola I de San Pedro 3, 8-14.

Queridos hermanos, no deben ignorar que, delante del Señor, un día es como mil años y mil años como un día. El señor no tarda en cumplir lo que ha prometido, como algunos se imaginan, sino que tiene paciencia con ustedes porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan. Sin embargo, el Día del Señor, llegará como un ladrón, y ese día, los cielos desaparecerán estrepitosamente; los elementos serán desintegrados por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será consumida.

Ya que todas las cosas se desintegrarán de esa manera, ¡qué santa y piadosa debe ser la conducta de ustedes, esperando y acelerando la venida del Día del Señor! Entonces se consumirán los cielos y los elementos quedarán fundidos por el fuego. Pero nosotros, de acuerdo con la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia.

Por eso, queridos hermanos, mientras esperan esto, procuren vivir de tal manera que él los encuentre en paz, sin mancha ni reproche.

Evangelio según San Marcos 1,1-8.

Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios.

Como está escrito en el libro del profeta Isaías:

Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.

Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos, así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados.

Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.

Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo: “Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”.

Luz en mi sendero, domingo 21 de abril de 2024. Domingo IV de Pascua. Del Buen Pastor.

Saludos pascuales de los PP. Alvaro Sáenz Zúñiga y Miguel Picado Gatjens.

Hoy recordamos uno de los “Yo soy” de Cristo, de los metafóricos, cuando dice: “Yo soy el Buen Pastor: conozco mis ovejas”. Ahora bien, si ese Buen Pastor me conoce, eso supone que yo lo conozca a Él. Sólo así viviremos una verdadera comunión, no sólo porque Jesús, como dice la primera lectura, tiene un Nombre lleno de poder, sino porque por él fuimos llamados hijos de Dios, y lo somos realmente.

Las lecturas de hoy:

Libro de los Hechos de los Apóstoles 4,8-12.

En aquellos días Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: “Jefes del pueblo y ancianos, ya que hoy se nos pide cuenta del bien que hicimos a un enfermo y de cómo fue curado, sepan ustedes y todo el pueblo de Israel: este hombre está aquí sano delante de ustedes por el nombre de nuestro Señor Jesucristo de Nazaret, al que ustedes crucificaron y Dios resucitó de entre los muertos.

El es la piedra que ustedes, los constructores, han rechazado, y ha llegado a ser la piedra angular. Porque no existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos salvarnos”.

Salmo 118(117),1.8-9.21-23.26.28.29.

R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!

  • Yo te doy gracias porque me escuchaste
  • y fuiste mi salvación.
  • La piedra que desecharon los constructores
  • es ahora la piedra angular.
  • Esto ha sido hecho por el Señor
  • y es admirable a nuestros ojos. R.

  • ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
  • Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor:
  • Tú eres mi Dios, y yo te doy gracias;
  • Dios mío, yo te glorifico.
  • ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
  • porque es eterno su amor! R.

Epístola I de San Juan 3,1-2.

Queridos hermanos:

¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a Él.

Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es.

Evangelio según San Juan 10,11-18.

Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas.

El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.

Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.

El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre”.

Luz en mi sendero, domingo 14 de abril de 2024. Domingo III de Pascua. Domingo de la Eucaristía.

Saludos pascuales de los PP. Alvaro Sáenz Zúñiga y Miguel Picado Gatjens.

La esencia del cristianismo se nos propone este domingo. Nosotros, los creyentes, nos reunimos en el Nombre del Señor, escuchamos Su palabra y comemos con él, nos alimentamos de su Cuerpo y Sangre y vivimos con firmeza el kerigma: “Jesucristo, muerto sepultado y resucitado”. Sabemos que, si pecamos, tenemos un abogado ante el Padre, Jesucristo, y además vivimos con intensidad el amor de Dios.

Las lecturas de hoy:

Libro de los Hechos de los Apóstoles 3,13-15.17-19.

Pedro dijo al pueblo:

“El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, glorificó a su servidor Jesús, a quien ustedes entregaron, renegando de él delante de Pilato, cuando este había resuelto ponerlo en libertad. Ustedes renegaron del Santo y del Justo, y pidiendo como una gracia la liberación de un homicida, mataron al autor de la vida. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.

Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes obraron por ignorancia, lo mismo que sus jefes. Pero así, Dios cumplió lo que había anunciado por medio de todos los profetas: que su Mesías debía padecer.

Por lo tanto, hagan penitencia y conviértanse, para que sus pecados sean perdonados.”

Salmo 4,2.4.7.9.

R. Muéstranos, Señor, la luz de tu rostro.

  • Respóndeme cuando te invoco, Dios, mi defensor,
  • tú, que en la angustia me diste un desahogo:
  • ten piedad de mí y escucha mi oración. R.

  • Sepan que el Señor hizo maravillas por su amigo:
  • él me escucha siempre que lo invoco.
  • Hay muchos que preguntan: «¿Quién nos mostrará la felicidad,
  • si la luz de tu rostro, Señor, se ha alejado de nosotros?.» R.

  • Me acuesto en paz
  • y en seguida me duermo,
  • porque sólo tú, Señor,
  • aseguras mi descanso. R.

Epístola I de San Juan 2,1-5a.

Hijos míos, les he escrito estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo.

El es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

La señal de que lo conocemos, es que cumplimos sus mandamientos.

El que dice: “Yo lo conozco”, y no cumple sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él.

Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado verdaderamente a su plenitud. Esta es la señal de que vivimos en él.

Evangelio según San Lucas 24,35-48.

Los discípulos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”.

Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: “¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo”.

Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: “¿Tienen aquí algo para comer?”. Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; él lo tomó y lo comió delante de todos.

Después les dijo: “Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos”.

Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: “Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados.

Ustedes son testigos de todo esto.”

Luz en mi sendero, domingo 7 de abril de 2024. Domingo II de Pascua. Domingo de la fe.

Saludos pascuales de los PP. Alvaro Sáenz Zúñiga y Miguel Picado Gatjens.

La reiteración del texto de la aparición de Jesús resucitado a los apóstoles para darles la paz, mostrarles las llagas y enviarlos a reconciliar el mundo, junto a la protesta de Tomás, que estaba ausente, donde al confirmarse en la fe nos llena de paz. Esto se complementa con una descripción de la Iglesia, constructora de comunión y con una llamada a la vivencia del amor para lograr el triunfo de la fe. Feliz Pascua.

Las lecturas de hoy:

Libro de los Hechos de los Apóstoles 4,32-35.

La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos.

Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima.

Ninguno padecía necesidad, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían y ponían el dinero a disposición de los Apóstoles, para que se distribuyera a cada uno según sus necesidades.

Salmo 118(117),2-4.16-18.22-24.

R.       Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor.

  • Que lo diga el pueblo de Israel:
  • ¡es eterno su amor!
  • Que lo diga la familia de Aarón:
  • íes eterno su amor!
  • Que lo digan los que temen al Señor:
  • ¡es eterno su amor! R.
  • La mano del Señor es sublime,
  • la mano del Señor hace proezas.»
  • No, no moriré:
  • viviré para publicar lo que hizo el Señor.
  • El Señor me castigó duramente,
  • pero no me entregó a la muerte. R.

  • La piedra que desecharon los constructores
  • es ahora la piedra angular.
  • Esto ha sido hecho por el Señor
  • y es admirable a nuestros ojos.
  • Este es el día que hizo el Señor:
  • alegrémonos y regocijémonos en él. R.

Epístola I de San Juan 5,1-6.

Queridos hermanos:

El que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama también al que ha nacido de él, La señal de que amamos a los hijos de Dios es que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.

El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga, porque el que ha nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe.

¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Jesucristo vino por el agua y por la sangre; no solamente con el agua, sino con el agua y con la sangre. Y el Espíritu da testimonio porque el Espíritu es la verdad.

Evangelio según San Juan 20,19-31.

Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”.

Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes”.

Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.

Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. El les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”.

Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”.

Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”.

Tomas respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”.

Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”.

Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.

Luz en mi sendero, domingo 31 de marzo de 2024. Domingo de Resurrección.

Saludos pascuales de los PP. Alvaro Sáenz Zúñiga y Miguel Picado Gatjens.

El Señor ha resucitado del sepulcro, Feliz la culpa que mereció tan grande Redentor.

Feliz Pascua de Resurrección.

Las lecturas de hoy:

Libro de los Hechos de los Apóstoles 10,34a.37-43.

Pedro, tomando la palabra, dijo:

“Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. El pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él.

Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén. Y ellos lo mataron, suspendiéndolo de un patíbulo. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió que se manifestara, no a todo el pueblo, sino a testigos elegidos de antemano por Dios: a nosotros, que comimos y bebimos con él, después de su resurrección. Y nos envió a predicar al pueblo, y atestiguar que él fue constituido por Dios Juez de vivos y muertos.

Todos los profetas dan testimonio de él, declarando que los que creen en él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre”.

Salmo 118(117),1-2.16ab-17.22-23.

R. Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo.

  • ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
  • porque es eterno su amor!
  • Que lo diga el pueblo de Israel:
  • ¡es eterno su amor! R.

  • La mano del Señor es sublime,
  • la mano del Señor hace proezas.
  • No, no moriré:
  • viviré para publicar lo que hizo el Señor. R.

  • La piedra que desecharon los constructores
  • es ahora la piedra angular.
  • Esto ha sido hecho por el Señor
  • y es admirable a nuestros ojos. R.

Carta de San Pablo a los Colosenses 3,1-4.

Hermanos:

Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra. Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios.

Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria.

Evangelio según San Juan 20,1-9.

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.

Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”.

Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.

Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.

Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él vio y creyó.

Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.